« Et la guerre est à peine commencée »
En un intento para establecer relaciones sobre la moralidad, el marxismo y la violencia. Tomamos como referencia los elementos expuestos dentro de la obra de Lev Davídovich Bronstein (Lev Trotsky) titulada “Su moralidad y la nuestra” . Como muestra tomamos someramente el contexto expuesto por el autor dentro de la Revolución Rusa y los conflictos de los Bolcheviques, intentando paralelismos dentro del contexto social en Colombia y con el objetivo de responder el siguiente interrogante: ¿En que contexto el Marxismo justifica la violencia?
2. El fin justifica los medios (p. 15-19)
3. Moral, Revolución, El sistema de rehenes y Moral de cafres. (pp. 51-59)
La moral dictamina nuestro accionar, la conciencia debe nutrirse o la capacidad de acción será limitada. Las formas-de-lucha responden directamente a su realidad condicionante y violenta, de forma que según la interpretación que se tenga las vías de hecho en ocasiones pueden parecer recursos de barbarie usados dentro de la movilización social. En Colombia y Latinoamérica una gran parte de la sociedad contemporánea no acepta las manifestaciones de resistencia, como de un grupo estudiantil al llenar de pintura roja un monumento de un antiguo terrateniente federalista esclavista. Sin embargo, no se aplica la misma lógica de reacción cuando perdigones son disparados a los ojos de civiles para acabar con la subordinación de las clases sociales marginadas. El primer acto corresponde a algo innecesario y ruin. El segundo, a una estrategia de disipación molecular fascista que el estado puede implementar para su auto defensa.
4. Interdependencia dialéctica del fin y los medios. Dedicado a León Sevod. (p. 67-75)
REFERENCIAS
- Comité Invisible. «Y la guerra apenas ha comenzado», 2001. https://tiqqunim.blogspot.com/2020/02/guerra-apenas.html. Meditaciones. Ibagué, 2024.
Nuestra única patria, la infancia. Creta.
Comité invisible
1. Sobre Las Emanaciones de moral, Amoralidad Marxista y Verdades eternas. (p 7-15)
La moral como un dispositivo de diagnóstico para una revolución coarta a sus participantes, iaexigiendo la ejecución idealista de sus principios en quienes operan en ella, tomando como referencia cánones establecidos dentro de los sistemas políticos tradicionales y burgueses; quienes en un esfuerzo de desacreditar lo insurgente intentan definir espejos (o como nuestro autor lo llama: gemelos) para su fácil identificación. Desde la interpretación de una parte se crean dicotomías absolutas para algunas representaciones; entre un partido político y el otro, entre un modelo económico progresista y uno extractivista o en el caso colombiano contemporáneo desde la extrema derecha: entre el Petrismo y el Socialismo. La finalidad con esto está en distraer o sublevar dentro de una discusión el fondo estructural profundo y particularmente auto-explicativo de una lucha.
Al entender estas tendencias de persecución o censura y como forma de resistencia frente a ello, algunos de sus participantes se esmeran en promover un pensamiento hacia la introducción en la norma base del orden social, el cual entendemos, su filtro inicial es la moralidad secularizada. Se toma como una rubrica la que se establece desde la tradición política, debido a la necesidad de transitar dentro de ella, en aras de proliferar su propia naturaleza ideológica; un presidente de izquierda finalmente debe responder a los órganos senatoriales establecidos dentro del estado democrático a pesar de su partido o tendencia política. De esta forma logramos evidenciar cuales son algunas de las verdades eternas que están arraigadas al núcleo de las sociedades contemporáneas y que tienen sus orígenes históricos siglos atrás.
En este orden de ideas, se pretende entender el Marxismo como un elemento que desafía la moralidad canonizada y que logra fugar de ésta, generando una lectura autónoma del contexto, destacándose con sus propios conceptos de clase, división del trabajo, capitalismo etc. etc. Valiéndose de la oportunidad adelantada por el idealismo filosófico clásico y otorgando posibles bases para el exitoso enraizamiento del materialismo histórico como nuevo filtro de lectura para las realidades sociales (humanas).
“Así, un disparo es por sí mismo indiferente; tirado contra un perro rabioso que amenaza a un niño, es una buena acción; tirado para amagar o para matar es un crimen.”
La secularización de múltiples elementos condicionantes desde el estado y en sus tentáculos hace especialmente difícil una emancipación moral ideal frente a las diferentes formas de violencia que están arraigadas en la matriz dominante de nuestras sociedades; se difunden propagandas falsas, coartadas, imaginarios de tragedia, sentimientos de terror que incitan a una pacificación de las poblaciones que están en construcción de análisis y cambios necesarios de sus realidades. Como nos dice el Comité Invisible en uno de sus artículos, se trata de extinguir las formas de heroísmo “el tiempo de los héroes ya ha pasado” ; es decir que ¿Sólo nos queda vía hacia el sometimiento?
Trotsky cuenta como el propio Marx buscaba una justificación desde la misma violencia ejercida en la burguesía estatal cuando el partido de Stalin usó el sistema de rehenes para lograr enviar un mensaje a los dirigentes en oposición a ellos; era necesario obtener a través de una acción la atención de estos personajes que escapaban del territorio para eludir sus propios juicios. Nos invita a cuestionarnos si no es esta vía de hecho la misma que usaron en tiempos históricos atrás los partidos dominantes para ocasionar sentimientos de horror en sociedades proletarias e incluso desde una panorámica histórica, en contra de los pueblos nativos.
Las acciones determinantes de este tipo (como el sistema de rehenes) son necesarias en la revolución cuando son el medio para avanzar en su espacio de lucha. Sin embargo, es necesario que la lectura e interpretación de estos se haga de una manera rigurosa y no alarmista. De lo contrario, los juicios morales burgueses son los cuales entran en la rúbrica de análisis, que ya en suficientes casos han logrado acabar con el avance de las masas subordinadas hacía una victoria. Victoria que es inmoral para quienes no están en la disposición de la transformación de una realidad social que apremia solo las clases de elite.
La moral, como la conocemos desde una tradición romana parecer ser entonces proselitista, pero puede ser moldeable y reajustable, existen unas leyes de dinámica imposibles de detener en el tiempo que operan: transforman; lo cual sabemos que es de crucial importancia para una lectura histórica adecuada del mundo. La moral no es inamovible. La interpretación de la moral es en todo caso, la del enemigo más in-conveniente para la revolución. Tanto un británico que intenta perpetuar el orden en los Cafres, los burgueses al desacreditar los revolucionarios marxistas o un uribista en contra de toda forma de vida diferente a la suya.
No muestres sólo el fin, muestra también la ruta.
Pues el fin y el camino tan unidos se hallan
Que uno en otro se cambian, Y cada nueva ruta descubre nuevo fin.
Ferdinand Lasalle.
Aunque para Trotsky las palabras de Lasalle no tengan la suficiente contundencia, su descripción de una ruta que se transforma con el fin resuena con las ideas que en esta oportunidad estamos tratando de enunciar. Ya establecida la forma en la que el Marxismo dialoga con la violencia en puntos específicos: Con el contexto dado a las clases sociales y las formas de organización con las cuales los obreros y trabajadores buscan una liberación del orden dominante. Cuando los trabajadores del Ingenio Riopaila en el Valle del Cauca ocuparon en 1976 tierras continuas a la compañía como huelga para la exigencia de derechos se denominó esto como “Ira” cuando su moral exigía “Justicia”.
Los individuos participantes en una lucha colectiva son entonces, quienes conocen con profundidad el punto donde la violencia podrá hacer parte de su contexto sin recaer en el espejo de la parte dominante. Cómo Lev habla de los Trotskistas y su capacidad para aprender a no temer a los enemigos más poderosos y hacer frente a la corriente moral del establecimiento burgués.
El aparato del estado reprimirá a quienes intenten reconfigurar su estructura, incluso hasta con la forma final de la muerte. Esto último como coerción ya no es ni siquiera el fin para la revolución, al haber adquirido proporciones contemporáneas inmensas como el genocidio en la franja de Gaza. Así, la toma de rehenes por parte del Frente de liberación Palestino que ha sido necesario para llevar la atención pública a su contexto desde incluso antes de 1968. No logra ser retenido y demonizado por el filtro moral tradicional, sino por el contrario logra destacar la naturaleza ultraviolenta de los hechos justificantes.
El fin, puede justificarse a través de sus medios y vías de hecho en la revolución que corresponde a las luchas de clases y transformación social en medida que los pueblos e individuos logren ser liberados de la dominación de unos seres humanos sobre otros y atendiendo a los principios morales cambiantes dentro de las mentalidades de los pueblos oprimidos en el mundo.
- Guyot, Liz. «A 50 años de un secuestro comando al EI AI». Argentina: Universidad de La Plata, 2018.
- Lasalle, Ferdinand. Franz Von Sickingen. Alemania, 1859.
- Sánchez Ángel, Ricardo. «Las iras del azúcar: la huelga de 1976 en el Ingenio Riopaila». Historia Critica 1, n.o 35 (2008): 34-57.
- Trotsky, León. Su moralidad y la nuestra. Buenos aires, Argentina: El Yunque, 1983.